Hace 25 años, el 15 de junio de 1999, Puebla experimentó una de sus mayores tragedias. Un sismo de magnitud 7.0 sacudió la región y dejó un amargo recuerdo que persiste hasta hoy.
El epicentro del terremoto se localizó en Tehuacán y, en la ciudad de Puebla, derribó varias estructuras, incluyendo el Palacio Municipal. El movimiento telúrico evidenció la necesidad de proteger el patrimonio cultural y fortalecer las medidas de protección civil.
Según registros periodísticos, al menos una decena de inmuebles históricos resultaron dañados, incluyendo templos, centros de salud, escuelas y viviendas de mampostería.
La presidencia municipal de Puebla sufrió graves daños que aún hoy requieren previsiones en torno al uso del salón de Cabildos, limitando el número de personas que pueden estar en su interior.
La Estación Central del Departamento de Geofísica del Instituto de Ciencias de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) determinó que el sismo tuvo una duración total de 35 segundos, de los cuales 27 fueron de oscilación y el resto de aceleración.
Los daños se concentraron principalmente en la zona metropolitana de la capital del estado. Inicialmente, las autoridades del municipio identificaron daños en múltiples templos religiosos, como La Soledad, Santa Clara, San Agustín, Santo Domingo, La Concepción, La Compañía, Iglesia de La Luz e Iglesia de Los Remedios, entre otros.
Como ahora, en ese entonces, la catalogación de daños estuvo a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Datos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) indican que al menos 15 personas fallecieron y 188 resultaron lesionadas.
A 25 años de distancia, se ha avanzado significativamente en materia de protección civil, pero sin duda sigue pendiente la salvaguarda del patrimonio histórico, especialmente de los inmuebles susceptibles a futuros sismos.