En Tlaxcala, el fervor guadalupano es una de las manifestaciones religiosas más profundas y arraigadas, que año con año realizan peregrinaciones la Basílica de la Virgen de Guadalupe y une a miles de fieles en torno a la figura Guadalupana. La celebración del 12 de diciembre no solo simboliza el amor y respeto hacia la patrona de México, sino también una oportunidad para reforzar la identidad cultural y espiritual de los tlaxcaltecas.
Desde días previos, las calles de diversas comunidades tlaxcaltecas se llenan de peregrinos, familias, y devotos que caminan, rezan y cantan en honor a la Guadalupana. Las peregrinaciones hacia iglesias y capillas dedicadas a la Virgen son una tradición que se vive con gran intensidad, donde la devoción se mezcla con el colorido de las danzas, los cantos y las ofrendas florales.
Uno de los aspectos más significativos de esta celebración es la llegada de los «antorchistas», grupos de jóvenes y adultos que recorren largas distancias cargando antorchas encendidas, como símbolo de fe y sacrificio. Estos recorridos culminan en templos dedicados a la Virgen, donde se celebran misas solemnes, rosarios y serenatas en su honor.
La creatividad de los fieles también se hace presente en los altares guadalupanos que adornan hogares, calles y plazas públicas.
El fervor guadalupano en Tlaxcala no solo une a sus habitantes en la fe, sino que también fortalece los lazos comunitarios y familiares. Es una muestra viva de cómo la tradición religiosa sigue siendo un pilar fundamental en la vida cotidiana de los tlaxcaltecas, quienes, a través de su devoción, reafirman su identidad y su legado cultural.
Esta fecha, más que una celebración, es un testimonio del amor y la fe que trasciende generaciones, convirtiéndose en un emblema de unidad y esperanza para todos los que veneran a la Virgen de Guadalupe